Cristina Vizcaíno Serrano, madrilena, è arrivata a Milano come ausiliare di lingua e in dieci anni ha messo radici all’Università Cattolica, all’Instituto Cervantes e in molti altri progetti per l’insegnamento dello spagnolo. In quest’intervista ci racconta le tante sfumature della sua esperienza come profesora nel nostro Paese, tra piccoli scontri di civiltà, grandi soddisfazioni e soprattutto un impegno intenso per un lavoro appassionante.
Cuéntanos como empezó tu vida de profesora de español en Italia: ¿qué te trajo a Milán?
Siempre había querido dar clase de Lengua y Literatura castellanas en la Secundaria, pero al realizar las prácticas y trabajar un breve periodo en un instituto como profe de apoyo de lengua, me di cuenta de que era demasiado joven (tenía 23 añitos) para meterme para siempre en un aula. No había hecho el Erasmus y pensé que podía probar suerte en el extranjero, así que pedí las becas Comenius y la de Auxiliar de conversación del Ministerio español para venir a Italia. Había estudiado unos años italiano y siempre me había atraído Italia. Al principio me negaron ambas becas porque, en teoría, estaban destinadas a estudiantes de Filología Italiana o de Traducción. En agosto de 2006 vine de vacaciones a Roma unos días y a la vuelta recibí una llamada de la Consejería; alguien había rechazado su puesto como auxiliar y yo era suplente. Estábamos en la primera semana de septiembre y el 2 de octubre debía empezar en Milán. No me lo pensé dos veces y dije que sí!
¿Conocías el italiano y la cultura italiana antes de trasladarte o el tuyo fue una especie de “salto al vacío”?
Había estudiado un año en la universidad italiano. Después intenté seguir pero era imposible combinar los horarios de Hispánicas con los de Italiana sin pasar todo el día en la uni, así que hice asignaturas de literatura y de cine italianos. Después hice otro año en una escuela oficial de idiomas: era muy difícil entrar y me inscribí directamente en el primer año, así que básicamente repetí lo mismo que ya sabía. Además, cuando llegué a Italia llevaba tres años sin ir a clase, seguí leyendo libros por mi cuenta y escuchando música en italiano, pero, vamos, que no hablaba ni papa de italiano en realidad!
¿Cómo fue tu experiencia de inmersión lingüística y cultural?
Los primeros días en Milán me quedé en casa de la amiga de una amiga. Una de las cosas que recuerdo fue cuando esa chica me presentó a una de sus compis de piso y le di dos besos, se quedó completamente rígida. A partir de ese momento, cuando me presentaban a alguien, esperaba a ver cómo reaccionaba y, claro, empecé a dar la mano antes de que alguien me fuera a denunciar por acoso… Como lado positivo, tengo que decir que, aunque en Milán es muy difícil hacer amigos, cuando por fin entras en el grupo de su gente pasas a ser uno más y se preocupan mucho por ti. He conocido a gente maravillosa que me ha tratado fenomenal, como a una más de su familia. Por ejemplo, amigos que me han llevado con su familia a pasar el día de Pasqua o Pasquetta para que no estuviera sola, que se han quedado toda la noche conmigo en el hospital porque me encontraba mal.
Desde el punto de vista lingüístico, al principio fue una pesadilla: recuerdo que las primeras semanas, cuando llamaba para visitar alguna habitación en un piso compartido, tenía que estar con el mapa en la mano. Preguntaba la dirección, apuntaba lo que entendía y después preguntaba en qué zona de Milán estaba porque después buscaba en esa zona el nombre exacto de la calle, ya que nunca lo escribía bien (las dobles, la “z”, la “gl”, etc, son imposibles para cualquier extranjero que acabe de llegar!). Otra anécdota fue cuando alguien me preguntó cuándo había llegado. Como pensaba en español, pregunté cómo era el pasado del verbo “venir” y cuando me contestaron “sono venuta” respondí incluso que ya llevaba unos meses y que entonces quería el pasado pasado… La persona en cuestión me miró como a un bicho raro! Evidentemente no he aprendido nunca el passato remoto en italiano. Cuando lo leo, lo entiendo y me encanta escucharlo (a veces en Toscana o en Sicilia lo he escuchado), pero me moriré sin saberlo, por desgracia… Otra vez estuve en el metro de Milán repitiendo “ingegnere” constantemente con un amigo hasta que decidió que lo había pronunciado bien o cuando pensó que todo el vagón estaba a punto de asesinarnos. Una vez en Assisi, por mi acento, habían deducido que era de Milán: ¡por fin, tenía acento italiano (bueno, milanés)! Pero esto solo me ha pasado una vez en diez años, así que no creo que diga mucho a favor de mi acento…
Qué actividades desarrollas en el Instituto Cervantes y qué quieren aprender o descubrir los italianos que se acercan a este centro?
En el Cervantes principalmente doy clases en los cursos regulares de cualquier nivel y de preparación a los exámenes DELE. En este caso, los estudiantes quieren aprender español principalmente por placer. Generalmente porque quieren viajar a España o a Sudamérica o bien porque les gusta aprender otros idiomas y el español les resulta atractivo. También hay algunos que lo hacen por el trabajo: si son jóvenes para mejorar su CV, y si ya tienen un buen puesto de trabajo generalmente es porque trabajan con empresas que están relacionadas con España o Hispanoamérica. Hay algunos que se apuntan porque tienen que hacer el examen de la facultad, pero son los menos; sobre todo lo que se ve en el Cervantes es mucha gente interesada por la cultura hispana. Este año por primera vez he dado un curso de refuerzo para profes de español de la Scuola Media y de la Superiore y ha sido una experiencia muy bonita y gratificante. También he elaborado e impartido diferentes talleres que estaban relacionados con la cultura directamente: un curso de teatro organizado en colaboración con el Piccolo Teatro de Milán, una aproximación a todo el teatro del siglo XX español ,que fue interesantísimo. He impartido laboratorios para niños: por ejemplo uno en ocasión del Día del Libro y actualmente uno en colaboración con el Museo MUDEC en el que se proporciona la ocasión a los más peques de acercarse al español. Este verano participaré también en un campus de verano en español en Sestri Levante para niños de 6 a 11 años, del que me voy a encargar de la coordinación académica. En el Cervantes me gusta trabajar justo por esto, porque hay muchas oportunidades para hacer cosas diferentes, relacionadas no solo con la lengua sino también con la cultura.
También eres profesora en la Universidad Cattolica del Sacro Cuore, donde muchos alumnos se apuntan a los cursos de español. ¿Por qué crees que esta lengua fascina especialmente a los italianos, y cuáles son las principales dificultades o alicientes que encuentran tus alumnos?
Muchos alumnos se apuntan porque ya conocen otros idiomas que han estudiado en el instituto, pero cada vez tenemos más estudiantes que han cursado español incluso desde la Media y quieren seguir con el idioma. Creo que por un lado el español es un idioma que gusta a los italianos, quizá porque les gusta nuestra cultura y porque se sienten más “cercanos” a los españoles. Pero también creo que la gente es cada vez más consciente de la importancia que tiene el español en el mundo. Además, los países latinoamericanos están desarrollándose mucho económicamente, con lo cual esto significa muchas salidas laborales y oportunidades de trabajo en Hispanoamérica.
¿Qué te da más satisfacción en tu trabajo y cuáles son las principales dificultades que encuentras?
Lo que me da más satisfacción son sin duda mis alumnos. En los cursos de nivel inicial, cuando hacen sus primeras frases completas, te sientes casi como una madre al escuchar las primeras palabras de su hijo… Y en los niveles más altos pues igual, cuando ves cómo progresan los estudiantes es un motivo de satisfacción. Además, trabajar con adultos tiene una cosa muy positiva y es que saben apreciar el trabajo que haces. ¿Dificultades? Principalmente de tipo burocrático o administrativo, que repercuten indirectamente en el trabajo. Los profes cada vez estamos peor valorados, nos exigen mucho pero después eso no repercute ni en nuestro salario ni en nuestros tipos de contratos… ¡esperemos que empiecen a tratarnos como merecemos! Otra dificultad importante es encontrar tiempo para cosas que me gustaría hacer como preparar materiales o actividades nuevas a partir de material auténtico (por ejemplo con canciones, cortometrajes…). Cuando llegas a casa, después de un montón de clases, hay que corregir escritos, preparar las próximas clases y, al final, el tiempo vuela.
Para terminar, una pregunta típica: después de muchos años viviendo en Italia, ¿en qué idioma piensas y sueñas?
Pues un poco depende del día y la situación… Muchas veces me sorprendo pensando en italiano y, lo peor de todo, cuando me preguntan en clase por una palabra o expresión en español y no hay manera de que me salga… ¡eso es horrible! Pero, bueno, he leído en varios artículos sobre bilingüismo que es normal que ocurra y me consuelo. En cuanto a los sueños, la verdad es que yo soy más bien una persona visual, de hecho mi memoria es fundamentalmente de este tipo, así que al despertarme recuerdo imágenes pero difícilmente las palabras que se pronunciaban. Aunque estoy segura de que en mis sueños es un poco como en mi día a día: un popurrí de español e italiano o, como me gusta llamarlo a mí, de “itañolo”.
Cristina, en sus palabras: Me licencié en Filología Hispánica por la Complutense de Madrid en 2005, hice la especialidad intracurricular en Literatura española del siglo XX y Lengua española. Después hice el CAP (el Curso de Aptitud Pedagógica) que es obligatorio para poder dar clase en Secundaria en España. Realicé las prácticas en el instituto donde había estudiado y también estuve unos meses en un instituto concertado dando clases de apoyo de lengua a los chicos con necesidades especiales . En ese periodo estaba un poco desmoralizada y me interesé por realizar una experiencia en el extranjero. Una vez en Italia, cuando ya llevaba dos años dando clase, me apunté al Máster de Enseñanza del español como lengua extranjera de la Universidad de Jaén en colaboración con Funiber. Defendí mi tesis en 2010 sobre la enseñanza del léxico a través del uso de cortometrajes. Después he hecho muchos cursos de actualización o de formación ofrecidos por el Instituto Cervantes y la Consejería de Eduación en Italia. También he participado en talleres como ponente y desde hace cuatro años imparto un seminario de enseñanza del léxico en un curso de iniciación a la enseñanza de ELE que se imparte en el Cervantes de Milán. Colaboro con Principato desde hace unos años; fundamentalmente me encargo de la revisión lingüística de textos en español pero también he hecho mis pinitos como autora con un cuaderno de refuerzo para nivel B1.
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